Fuente: Cronista – Vivimos una época en la historia de innovaciones constantes, de avances tecnológicos que al tiempo de ser descubiertos son también mejorados a una velocidad asombrosa. Al unísono, estos desarrollos también destacan por su rápida adaptación a los sistemas productivos, como ocurre con la inteligencia artificial, entre otros recursos, que cada día que pasa son más las empresas que las incorporan en todo tipo de sectores.
En ese contexto, la industria viene trabajando en dicha adaptación para modernizar todos los procesos productivos. Hacerlo gradualmente, y con cierta estabilidad económica, es una garantía de éxito para cualquier PyME. Por eso, en todo el universo de cambios, no se pueden dejar afuera las cuestiones que atañen al trabajador. La legislación laboral tiene un rol clave en las novedades que el trabajo nos trae en este Siglo XXI, para lograr mayor empleabilidad, mejores condiciones para el trabajador, mejor remuneración y que se encuentre registrado, algo que no viene sucediendo en los últimos años.
En Argentina hace más de 12 años que no aumentamos el empleo formal registrado en el sector privado. Nos encontramos en 6.400.000 trabajadores, y según la última encuesta realizada por la UIA en el mes de diciembre del 2023, el 15% de las empresas PyME encuestadas redujo su dotación de personal, frente a un 11% que lo incrementó. Cada vez que recorremos una PyME nos enfrentamos a los daños que provoca la falta de actualización normativa. Habiendo empresas con posibilidades de tomar nuevos colaboradores y de ampliar los equipos, no lo hacen por el temor que genera en los empleadores la industria del juicio y la falta de certeza.
Es innegable que se necesita repensar el sistema educativo, que no está orientado hacia el trabajo, las formas de contratación y de registro del personal, los derechos y obligaciones tanto de empleados como empleadores, la burocracia eterna para vincular y desvincular trabajadores, la industria del juicio y los excesos en el derecho a huelga. La actual legislación laboral, que no ayuda a la creación de nuevos empleos de calidad, debe ser modernizada y adaptada a los tiempos que corren, beneficiando al trabajador y a quien genera empleo.
En los últimos días, se puso de manifiesto nuevamente el debate por el DNU emitido por el Presidente de la Nación, Javier Milei. El Decreto enuncia una serie de reformas y derogaciones que cambian sustancialmente las relaciones laborales. La iniciativa modifica desde el período de prueba hasta el derecho a huelga entre otras cuestiones.
Si logramos acordar en estos puntos vamos a conseguir la tan ansiada y necesaria ‘modernización laboral’ de la que mucho se ha hablado, pero que poco hemos hecho. Esto abre una oportunidad para debatir en profundidad cómo deben ser las relaciones laborales en estos nuevos tiempos donde la tecnología y la posibilidad del trabajo remoto transformaron el modo de producir bienes y servicios.
El tiempo no para, no espera, es nuestra la decisión de acompañar los hechos históricos o entrar en un espiral de egoísmos ideológicos y políticos. Podemos tener distintas miradas sobre una misma cuestión, pero negar los hechos no hace más que confinarnos a un eterno conflicto sin sentido. Mientras tanto, el tiempo pasa y no generamos oportunidades de trabajo para los jóvenes argentinos.
Debemos construir relaciones laborales, donde el sector privado pueda contratar colaboradores en las mejores condiciones y que, además, puedan aprender, capacitarse y crecer en las empresas. Por ejemplo, establecer fondos de cese laboral, seguros y nuevos instrumentos compensatorios ante la finalización del contrato laboral. Los trabajadores son claves en las cadenas de valor que logran ser exitosas, productivas y competitivas, por eso hay que adaptar el régimen de empleo, cuidando los derechos de los trabajadores y evitando abusos de cualquiera de las partes.
Estamos en la obligación de modernizar la normativa, adaptarla y establecer nuevas regulaciones para encontrar un camino de relacionamiento con un claro incentivo a la generación de empleo.Establecer un marco normativo que revierta la informalidad y genere seguridad jurídica es lo único que nos va a permitir escapar a esta situación que empobrece cada vez más a los argentinos.