Fuente: La Nación ~ Vestida con un piyama de seda multicolor y zapatos de taco alto, Elia Gasparolo camina por las calles porteñas y recorre las góndolas del supermercado. Sonríe para la cámara mientras realiza la performance con este “uniforme de la pandemia” exhibido hasta mañana en la vidriera de la galería Praxis, como parte de la muestra Arrecife para Vestir, que el año próximo formará parte de una retrospectiva de Gaspar Libedinsky en el Museo Nacional de Arte Decorativo. Un ejemplo de la creciente fusión creativa entre arte y moda, demostrada también en los últimos días en las pasarelas de París.
“Esta es una obra que puede salir a la calle, en un momento en que el límite entre interior y exterior es muy difuso”, dice a LA NACION Libedinsky, que además de ser artista se formó como arquitecto en Londres, llegó a dar clases en Harvard y colaboró en la creación de la carrera de Diseño de la Universidad de San Andrés. “Durante la pandemia –observa– los espacios domésticos comenzaron a operar como espacio público y viceversa: hacemos gimnasia en el living y un cumpleaños en la plaza. Con este piyama, también podemos ir de la cama a la alfombra roja”.
El trabajo colaborativo, otro síntoma de época, también está presente en el ADN de esta idea. El piyama es resultado de la cooperación del artista con su colega Gasparolo y Mamitek Vibradios, experta en la fusión entre ambas disciplinas. El estampado está inspirado en El origen de las especies, instalación de Libedinsky presentada hace tres años en la misma galería. Aquella pieza, que también se exhibía en la vidriera sobre la calle Arenales, era un arrecife de coral realizado con cerdas multicolores de escobillones. Una prueba más de la voluntad constante del autor de concederle a los objetos de uso doméstico su “deseo intrínseco de tener una vida más elevada”.
«“Durante la pandemia los espacios domésticos comenzaron a operar como espacio público y viceversa: hacemos gimnasia en el living y un cumpleaños en la plaza. Con este piyama, también podemos ir de la cama a la alfombra roja”.»
Gaspar Libedinsky
El registro fotográfico de esa obra fue sublimado sobre seda para convertirse en una prenda de vestir, al igual que su anterior serie de trajes masculinos realizados con trapos de piso, rejillas, franelas y repasadores, o los uniformes de trabajo diseñados con ballerinas que llegaron a exhibirse en 2014 en las parisinas Galerías Lafayette. Deseo concedido.
Esta “muestra excepcional para un escenario excepcional” se completa con cuatro diseños de pañuelos de seda concebidos como obras. Se exhiben tensados, adheridos con imanes a estructuras de metal. De esa forma pueden conservarse también en casa, para luego retirarlos y anudarlos al cuello para salir. En sintonía con los tiempos que corren se venden también online y se envían a domicilio, enrollados en una pequeña caja de cartón.
De la vidriera al museo
Una propuesta similar lanzó Tramando el año pasado, en plena cuarentena: en ese caso se trató de Ecosistema, edición limitada de foulards de seda sobre los cuales se imprimieron tres acuarelas de la serie Unreachable Empires, del artista suizo-argentino Sigismond De Vajay. Esa colaboración con el actual cocurador de la muestra internacional La Suite, en Fundación Proa, se sumó a una prolífica alianza entre arte y moda en la trayectoria de la marca creada por Martín Churba.
Entre los múltiples antecedentes del diseñador se cuentan colecciones creadas con Pablo Reinoso, Pablo Siquier y Clorindo Testa, además del Espacio Vidriera que funcionó varias veces como plataforma de exhibición en la Casa Matriz de Rodríguez Peña al 1900. Este año, Churba dio un paso aún más osado al presentar junto a Jessica Trosman una serie de obras textiles realizadas a cuatro manos. El nuevo proyecto de la pareja de amigos llegará a “vestir” los espacios comunes del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, donde ambos realizaron en 2001 un desfile en homenaje a Kenneth Kemble.
El mismo museo le dedicó en 2018 una muestra a Delia Cancela, pionera en la unión entre arte y moda. Con Pablo Mesejean construyó una carrera internacional que encontró impulso en el Instituto Torcuato Di Tella, pasó por Nueva York, Londres y París, y llegó a la creación de una marca propia –Pablo & Delia– que hoy integra la colección del prestigioso Victoria and Albert Museum.
Esta semana se abrió un nuevo capítulo de esta historia de sinergia creativa, cuando Dior sorprendió en su regreso a lo presencial en el Museo Rodin de París. Las modelos desfilaron delante de un mural textil de 340 metros de largo diseñado por Eva Jospin, hija del ex primer ministro socialista, y bordado por artesanas de la escuela Chanakya de Bombay. A mediados de este mes, Louis Vuitton había presentado su colección Crucero 2022 con un desfile sin público filmado sobre el Axe Majeur, colosal obra de land art del artista Dani Karavan que funciona como puente en las afueras de París. Toda una señal de que cualquier límite puede ser cruzado.