Aldi Vega, la diseñadora «del desastre» que viste a los traperos más importantes del país

Fuente: Aire de Santa fe ~ Aldi Vega empezó a estudiar diseño de indumentaria a los 15 años. Desde muy chica sabía que ese era su destino y lo que quería hacer. En su casa de Villa Transradio (Provincia de Buenos Aires), creó su marca Bualichero y se convirtió en la diseñadora más buscada del mundo de la música urbana. Hoy en día viste a los traperos más importantes del país como Cazzu, Duki y Nicki Nicole y aun así diseña pensando en sus vecinos. «Quiero democratizar la moda«, aseguró.

En una entrevista con Aire Digital, contó que sus diseños son como los guisos que le hacía su madre cuando era chica: con lo que había en casa. Influenciada por el mundo del trash y del reciclaje, crea prendas únicas que tienen que ver con ella, con su barrio y con su historia personal. Aunque algunas personas le dijeron que no iba a triunfar en el mundo de la moda porque era de una familia humilde, nunca dudó que siendo fiel a ella misma y a su estilo, iba a lograrlo.

– ¿Cómo fueron tus inicios?

– Empecé a estudiar a los 15 mientras hacía la secundaria en un terciario no oficial y me anoté en muchas en pasantías para aprender. Después estudié la carrera oficial de la que me egresé en 2017 y en 2018 empecé mi marca, Bualichero.

– ¿Por qué decís que sos la diseñadora «del desastre»?

– Cuando empecé a estudiar Diseño de Indumentaria en el 2012 lo que estaba más de moda era una estética glamorosa, excéntrica y yo hacía cosas mucho más trash, que tenían que ver con el reciclaje. Me gustaba mucho deconstruir o agarrar cosas que ya estaban hechas y agujerearlas, una estética mucho más urbana, que en ese momento no estaba muy bien visto. Mi profesora siempre me decía «esto es horrible, esto es un desastre», y para mí no se puede juzgar cualquier cosa que tenga que ver con el arte y la creatividad porque es algo subjetivo, depende de la persona que lo mira. Entonces pensaba: está bien, es un desastre, pero por qué la connotación negativa de eso. A partir de ahí, cuando me preguntaban cómo describiría lo que hago, decía «es como un desastre, una mezcla de muchas cosas, un quilombo». Mi diseño es como cuando yo era chica y mi vieja hacía un guiso con lo que había en la heladera. Resignifiqué la palabra desastre a una forma de diseño y una estética.

Aldi Vega, diseñadora de Bualichero.

Aldi Vega, diseñadora de Bualichero.

– ¿Por qué el nombre Bualichero?

– Cuando tuve marketing en la facultad, un profesor nos dio un gran consejo para empezar una marca que fue que inventemos una palabra, porque es más fácil de encontrar y agiliza la comunicación. Estuve mucho tiempo pensando y la palabra gualicho me gustaba mucho. Se usa mucho en mi barrio porque hay mucha cultura boliviana, paraguaya y argentina. Somos una mezcla de costumbres hermosa, y siempre estaba esto de que cuando te enamoras «te engualicharon». Me gustó mucho cómo sonaba la palabra, pero el gualicho es algo malo entonces pensé en cómo le diría a la magia buena, la que surge de las costumbres barriales. Cambié la «g» por la «b» y quedó Bualichero.

– ¿Cómo fue la recepción de tu gente cercana cuando decidiste ser diseñadora?

– Mi familia siempre me bancó en la decisión de ser diseñadora, sin su apoyo no hubiera podido hacer nada. Además me conocían, sabían que cuando me propongo hacer algo lo logro. Cuando les dije que iba a ser diseñadora yo creo que no sabían cómo, pero tenían fe en que lo iba a poder hacer. Pero por parte de las personas que no me conocían o que no eran de mi familia, no estaba tan bien visto. De chica ya decía que cuando fuera grande iba a ser diseñadora de moda, e iba a tener mi local. Todos la miraban a mi mamá y le decían «no, pero si es una chica inteligente debería estudiar para ser contadora, o para ser doctora». Después también estaba el prejuicio de cómo lo iba a hacer si no tenía plata, porque la carrera de diseño -como cualquier carrera de arte- conlleva mucha inversión de dinero, hay muchos gastos en materiales.

– ¿Cómo fue el trayecto hasta hacerte conocida?

– Terminé la facultad arañando las paredes ya que era una universidad privada. No quise ir a la facultad pública porque no quería perder dos años de mi vida haciendo el ingreso, tenía una necesidad enorme de crear. No había otra universidad pública para estudiar diseño, entonces estudié en una privada. Cuando llegué al final de la carrera estábamos endeudadas hasta la médula con mi mamá: habíamos sacado un préstamo para terminar de pagar los últimos meses de la facultad y no había plata para nada. Terminé y mandé mil currículums, pero no me llamaron de ningún lado. Entré a trabajar como vendedora en un local en el que estaba 12 horas parada, atendiendo gente por muy poca plata, y estaba muy triste. En ese tiempo que estuve trabajando logré ahorrar $5.000 que se los quise dar a mi mamá para ayudarla con la casa pero no me los aceptó, quiso que los use para invertir en algo propio y así empezó Bualicho. En ese lapso entre que terminé la facultad y pude crear la marca -que tuvo un éxito que no esperaba- fue re triste.

– ¿Cuándo notaste un gran salto en la marca?

– El gran salto de la marca se dio por la difusión de Cazzu, me ayudó un montón. En el 2018 empezó toda la moda urbana y nadie diseñaba con ese estilo, entonces como yo lo hice fue fácil destacar en ese momento. Unos años antes, cuando dije que quería hacer pantalones camuflados, estampados de colores, una profesora me dijo: ¿Qué? ¿Estás loca?, y hoy las chicas lo re usan. Fue fundamental el apoyo de Cazzu, que después se convirtió en un ícono del trap.

– ¿Cómo llegaste a ella?

– Me encantaba la música urbana, el rap, el hip hop, iba mucho a las batallas de gallos, a los clubes a escuchar artistas underground del rap y me gustaba mucho la Joaqui en su época de rapera. Por esos días sacó un tema con Cazzu y me llamó la atención ella, me gustaba lo que hacía. Cuando veo videos musicales y artistas mi cabeza diseña, y con ella me pasó eso, que la vi un día y tuve la imagen de ella con un mono rojo, como todo oversize. Le hablé, se lo propuse, y ella me respondió con la mejor. Además se dio la casualidad de que vivíamos muy cerca, así nos juntamos y empezamos a trabajar juntas. A partir de eso me pude integrar a toda la movida cultural de la música urbana y me representa hoy en día vestir a Duki, a Nicki Nicole, o a cualquiera de los pibes que están haciendo música.

– ¿Cómo fue traer la estética de barrio al mundo de la moda?

– Me costó mucho sentirme cómoda con eso, fue todo un proceso mental en el que tuve que aceptar que lo mío no estaba mal, sino que era diferente. Entonces entiendo que para las personas que están acostumbradas a la moda argentina del 2000′ -que claramente era mucho más glamorosa excéntrica, y tenía como esa cosa de lujo-, le cueste entender lo que yo hago. La crítica es válida también, porque no es algo que se acostumbre a ver.

– ¿A qué le llamás democratizar la moda?

– Democratizar la moda es hacer una moda que involucre a todos. Cuando diseño no lo hago pensando en una clase social alta ni exclusiva, sino que trato de diseñar para mis vecinos. Y me parece que desde los diseñadores de autor más conocidos nunca estuvo esa mirada de querer vestir a todos, tratar de que sea diseño pero a un precio accesible.

– Un valor que te represente y que te llevó a estar hoy donde estás

– Creo que el compañerismo, uno no llega a ningún lado solo. Y claramente si estoy acá es por mi familia, pero también es por un montón de personas que empujaron mi proyecto.

Antes de despedirse, la diseñadora adelantó a Aire Digital que a principios de julio realizará el primer desfile de su primera colección como diseñadora independiente, el cual podrá verse de manera virtual.

«Estoy muy emocionada, va a ser un desfile importante así que invito a que estén atentos a eso. Va a ser una locura, estoy poniendo mi corazón y mi salud en este proyecto. Trato de hacer una moda lo más democrática posible y cuando lo pensé quise que todos pudieran ver en vivo desde su casa», cerró.

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