Fuente: La Nación ~ La moda tiene estructuras duras que transitan quizá la mayor revolución del vestuario: entender que existen mujeres con tamaños muy distintos al aura de exclusividad y las imágenes retocadas por Photoshop que hacen al estereotipo vigente desde hace décadas. Es un cambio que tarda en asentarse, ya que hay una educación cultural que afecta la manera en que la sociedad naturaliza esta tradición de disciplinar el cuerpo femenino y diferenciarlo entre gordas y flacas. La conversación sobre cómo dirigirse con un tono inclusivo y auténtico a clientas de talla grande es global. En el mercado argentino se acentúa también la necesidad imperiosa de reformular una tabla de talles común a todas las marcas y donde estén contempladas todas las siluetas. Y la lencería no escapa a la tendencia.
«Hago una modificación constante con respecto a los talles porque no se trata de vender sin importar el resultado final. A mi me interesa trabajar en productos que puedan ser usados bien, que les queden bien y les duren. Por eso ofrezco un servicio personalizado, pido las medidas y acomodo el talle a la clienta», dice Clari Nociti, al frente de ‘ Clarabella ‘, una marca de lencería que se distingue por una tabla de talles que va del 85 al 120.
«No concibo otra manera de trabajar si no desde la inclusión y el respeto. La mayoría de las marcas discriminan al distinto, a quien no encaja en el status quo, afectando la autopercepción de las mujeres, dejándolas fuera de la moda. La Ley de talles no se aplica y casi el 70% de la población tiene problemas para vestir lo que le gusta, porque no existen talles más que para el 30% de la población, afectando notablemente el autoestima de los restantes», explica Maru Arabéhèty de ‘Elle Van Tok ‘. Esta diseñadora egresada de la FADU comenzó su marca con 9 talles que fue personalizando con las medidas de sus usuarias. Así llegó a tener quince talles confeccionados con la escala europea y que hoy comercializa en cinco, pero con modelos diseñados con espalda regulable y una taza perfeccionada que se adapta al volumen.
Otro modelo de negocio en lencería Plus Size es el de Lucía Righetti. Con ‘ Santa Lucía ‘ apuntó a gestar una marca de lencería hecha a medida, porque le parecía irreal que existiendo tantos cuerpos distintos, éstos deban adaptarse a la misma tabla de talles impuesta por las grandes marcas, dice. «Diseñando a pedido podía dedicarme a cada persona y su cuerpo en particular, a que los modelos se adapten mejor a sus actividades y sus gustos personales. Así fueron surgiendo distintos materiales y modelos, que si no trabajara a pedido no podría tener la libertad de explorar.»
‘ Aretha ‘ fue lanzada hace 42 años y en su repertorio siempre incluyó los talles grandes al mismo precio que los talles chicos. Su tabla sube al 115 y, en bombachas, contempla el XXXL. Si bien la línea se llama «modelante», las campañas comenzaron a reflejar una imagen inclusiva y sin distinguir la promoción por siluetas. «Antes le dábamos una solución a la señora, pero notamos que ahora nuestras clientas son las abuelas y sus nietas, el talle en las adolescentes se amplió», dice Cinthia Partamian, a cargo del departamento de Producto de Aretha, cuyos modelos son sin costura y de estilo deportivo.
Uno de los factores que impulsó y sacudió al sistema fueron las bloggers de talla plus y las activistas gordas, mujeres que no solo querían vestirse por necesidad sino participar plenamente en la moda y usar piezas que reflejaran su personalidad. «Cuando yo empecé a vivir el problema de no encontrar la ropa que me quería poner en mi talla, hace 15 años, sí había ropa en talla grande. Ese segmento no es que haya estado desatendido, pero eso lo entendí con el paso del tiempo. Lo que pasa es que las opciones que había en el mercado no eran las que yo quería usar, y ahí empezó mi pregón con el tema de desmitificar los tips sobre la ropa que debería usar una mujer gorda», comparte desde Colombia Laura Agudelo, autora de » La Pesada de la Moda», uno de los blogs referentes en el tema y cuya mirada terminó en una Charla TED titulada «A la medida».
Lucir un cuerpo por afuera del índice de lo que se considera normal antes fue considerado como un problema de la clienta. La evolución de la mirada actual está siendo definida por esta nueva ola del feminismo. «Durante muchos años nos impusieron que la flaca es la exitosa y la gorda no. Que la flaca podía ser tapa de revista y la gorda solo podía mirarla desde la casa. Hoy eso está cambiando por suerte y está a la vista. Yo celebro mucho todo esto» dice Victoria Etze. Maru Arabéhèty sostiene que el trasfondo sigue siendo igual. «La sociedad es muy dura y crítica, porque la tradición y las costumbres enraizadas cuesta mucho modificarlas. Lo que está pasando en Argentina es una oleada de sororidad muy fuerte, en el cual las mujeres se escuchan, empatizan y se ayudan. Muchas mujeres perdieron el miedo a hablar, sobre todo las jóvenes, que son más reaccionarias». Constanza del Sol Ferreyra asegura: «Podés aceptarte como sos, y vivir tu vida como quieras. Y les otres también. Yo hago lo que hago porque aspiro a eso: a mostrar una diversidad que no sólo sea representativa de la realidad (y todas las mujeres son reales, todas), si no que quizás pueda animar a otras a vivir sus vidas plenas y felices, a valorar sus cuerpos por todas las cosas maravillosas que pueden hacer, aceptarlos y darles amor. Y pasar el mensaje.» «Cuando los hechos te atraviesan es inevitable no involucrarse, finaliza Finaliza Clari Nociti.
Mientras tanto la pregunta sobrevuela y es cuánto tiempo va a necesitar la moda para comenzar a representar por completo y reconocer a todas las mujeres.