Fuente: TN – Lejos de la jubilación, inaugurará en octubre una mega tienda en Madison Avenue, en Nueva York: habrá fiesta y desfile.
En un mundo donde todos dicen todo y lo contrario de todo, Giorgio Armani está a punto de celebrar 90 años de coherencia. De un pensamiento convertido en estilo, en una unidad de intenciones que el mundo entero reconoce en una vida que comenzó el 11 de julio de 1934 en Piacenza y en una carrera que comenzó en 1975 y que llevó a Armani a estar al frente de un grupo orgullosamente independiente, símbolo del Made in Italy.
En 50 años de trabajo, consagrados por las portadas de Time, por el éxito en Hollywood, por One Night Onlys en todo el mundo, por el honor de Caballero de la Gran Cruz de la Orden al Mérito de la República Italiana que le confirió el Presidente Mattarella, nunca una contradicción, un desgarro a unaética hecha de dedicación y pasión.
Es bien sabido que Giorgio Armani es un perfeccionista, capaz de controlar una a una cada salida de un desfile, de seguir de cerca cada detalle. “Soy pragmático y racional, pero todas mis acciones salen del corazón”, subrayó sin embargo al presentar hace años el libro titulado “Por amor”.
“Soy una persona racional y creativa, pero el impulso – palabras pronunciadas en su Piacenza en honor del título honoris causa que le concedió la Universidad Católica – siempre proviene de la pasión, de una intuición y del deseo ardiente de realizarlo. Cada idea, en definitiva, es fruto del enamoramiento y este trabajo, que para mí es vida, es un acto continuo de amor”.
El momento más duro de Giorgio Armani
En su discurso ante los alumnos de la Cattolica, Giorgio Armani también recordó uno de los momentos más duros de su vida, la muerte de su socio y compañero Sergio Galeotti, fallecido en 1985, diez años después de haber fundado Giorgio Armani con él.
“El destino me puso a prueba y, tras la muerte de mi socio, para que Giorgio Armani sobreviviera, tuve que encargarme personalmente de la empresa. Muchos pensaron que no lo lograría, pero – había contado con gran sinceridad- gracias a mi terquedad y al apoyo de las personas cercanas a mí, logré seguir adelante”.
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Los momentos difíciles -la lección dada a los jóvenes- “los superé con compromiso y dedicación y rigor, los valores que asimilé en mi familia y que siempre recomiendo seguir para darle forma a lo que uno cree, más aún más hoy que los éxitos efímeros se multiplican porque lo que requiere compromiso perdura”.
Del auto escarabajo a la alta costura
Al principio de su carrera, tras llegar de Piacenza a Milán, tampoco le resultó fácil: desde el Volkswagen Escarabajo vendido para iniciar el negocio hasta el miedo a no estar a la altura, pero luego “poco a poco – dijo en el avance de una película hace unos años- obtuve la fuerza y ;;el coraje para querer ser alguien en esta aventura”.
Y lo hizo dejando una huella imborrable, que no sólo está hecha de estilo, sino de una visión de gran rigor. “No soy un visionario – dijo al presentar el libro que lleva su nombre – sino una persona con los pies en la tierra, vivo mi vida diaria en un mundo al que pensé que podía servir, que podría ser útil con este trabajo.” Y lo hice cambiando “la forma de vestir de hombres y mujeres, y esto -explicó hace unos años- es una de las mayores satisfacciones”.
“Hice mi revolución, sutil y susurrada pero pesada – sostuvo – rompiendo las reglas de vestimenta que existían desde hacía 30 o 40 años, como proponer un vestido de noche con zapatos bajos, eliminar la rigidez de la chaqueta, imaginar que una mujer podría vestirse como un hombre”.
Hay mucho para dormirse en los laureles, pero para Giorgio Armani la vida y el trabajo siempre han sido una misma cosa, hasta el punto de que, una vez concluidos los desfiles Privé en París y los desfiles masculinos en junio, en octubre, después de la Semana de la Moda de Milán, regresará a Nueva York para inaugurar el nuevo edificio de la “Maison” en Madison Avenue con un desfile y una fiesta.