Fuente: Cronista ~ «Estamos afrontando un momento muy crítico, pero somos optimistas. Siempre hemos pasado este tipo de situaciones y en algún momento se sale», afirmó ayer el presidente de la Fundación Pro Tejer, Yeal Kim, antes de inaugurar la conferencia Pro Textil 2018. El empresario de origen coreano opinó por uno de los sectores más golpeados por la coyuntura: persisten los problemas que afectan a la competitividad como las altas tasas de interés, los costos energéticos, la escasez de infraestructura y la alta carga fiscal.
A pesar de que el nuevo tipo de cambio les permitió sacar la cabeza del agua y avizorar un escenario algo mejor para el 2019, tienen una coincidencia generalizada en que el Gobierno carece de política industrial y que la mejora de la devaluación tiene altas chances de quedar disipadas con la inflación.
Con un mercado en caída y la expectativa de que seguirá así en 2019, la esperanza textil es la sustitución de importaciones.
Muchos comenzaron a recibir llamados de clientes para el próximo invierno. «Las últimas compras de producto importado fueron en abril, antes de la devaluación. Ahora esperamos crecer nosotros», confió Ariel Schale, economista de la fundación.
El volumen del mercado cayó 26% respecto de 2015 y se espera que, contra 2017, este año se reduzca nueve puntos porcentuales. A fin de 2018, se estarán consumiendo menos de 400.000 toneladas, el 60% del total importado. Esa composición puede cambiar a partir del nuevo tipo de cambio, esperan los textiles
Con todo, el sector está atento a los despidos y suspensiones el resto del año. Según Pro Tejer, entre diciembre de 2015 y junio último se perdieron 13.000 puestos de trabajo formales de la cadena textil-indumentaria; y para el cuarto trimestre «se espera más destrucción de empleo», admitió Kim.
«Estamos en el piso del consumo, y a partir de ahora deberíamos crecer», sostuvo el vicepresidente de la fundación y miembro del comité ejecutivo de la UIA, Jorge Sorabilla.
La industria cayó 16,4% en 2017 respecto de 2015, mientras que en los primeros siete meses del 2018 el sector se contrajo 8% respecto de igual período del año anterior. El uso de la capacidad instalada se ubica en un promedio del 54%, cuando en 2017 estaba en el 61% y en 2016, en 68%.
En cuanto a las exportaciones, los referentes del sector coincidieron en la progresividad del proceso. Y advirtieron que «hay que ver qué sucede con la inflación para medir la competitividad». «Para nuestro sector no hubo gradualismo. El dólar alto lo tenemos hace poco pero hay inflación e incertidumbre. Si el Gobierno no mejora las tasas, los impuestos y el costo de la energía, todo lo que pueda hacer el sector privado se lo come la caja negra que es el Estado», aseguró Sorabilla. Para el empresario, «la situación actual no se resuelve con equilibrio fiscal; el Gobierno debería trabajar en políticas que promuevan la producción y el consumo». Kim fue más allá y planteó: «Si el Gobierno quiere mantener la estructura del Estado y todos los planes sociales, como industria no somos viables».
El secretario de Pro Tejer, Luciano Galfione, advirtió que «un proyecto exportador lleva tiempo», que «requiere por lo menos dos años de inversión y trabajo».